domingo, 8 de junio de 2025

NEPOTISMO, OTRA FORMA DE CORRUPCIÓN EN COLOMBIA

ROCE DE OPINIONES

Periodismo sin condiciones

Escribe Juan Manuel Morales Parra

NEPOTISMO, OTRA FORMA DE CORRUPCIÓN EN COLOMBIA


De acuerdo con la Organización Transparencia Internacional, el término corrupción significa con total exactitud: “abuso de poder público para obtener beneficio particular”.
La misma Organización considera que, existen otras formas de corruptela, una de ellas: la politiquería, favoritismo y nepotismo. Definidas como el abuso de poder para favorecer a amigos y a familiares, o sea, en muchos casos: negociaciones entre empresas del Estado colombiano y empresas privadas, logrando con ello que, los bienes públicos se conviertan de manera ilegal, en enormes riquezas de particulares. Estos tipos de inmoralidad están relacionados con el intercambio de favores politiqueros; flagelo que perdura en Colombia. No ajeno a Caldas. 

Es factible que, en muchos sectores de nuestra sociedad, haya claridad sobre actuaciones corruptas, pero, en otros puede haber desconocimiento de esta desgracia que conlleva a la ambigüedad de la putrefacción permitida; es decir, mezclando intercambio de favores con corrupción. Por esa razón, gran parte de la población colombiana considera que, el pago de favores políticos no son actos de corrupción, y en el peor de los casos, miran de soslayo o se hacen los despistados para favorecer los intereses de dirigentes políticos a cambio de recompensas laborales o económicas.

Una de las causas para que Colombia ocupe los deshonrosos primeros lugares en corrupción a nivel mundial es que, el servidor público ha perdido su función genuina: prestar un verdadero servicio a la comunidad, con honestidad, transparencia e idoneidad. De la misma manera, se presentan casos de corruptela en empresas particulares, cuando comercializan con el Estado y afectan directamente a la población.

Infortunadamente, un porcentaje elevado de colombianos desconocen los tratados jurídicos relacionados con corrupción administrativa gubernamental, y es por ello que, la misma ciudadanía puede ver estas escenas de podredumbre, como arraigo cultural permisivo, fomentado actuaciones corruptas, sin sanciones disciplinarias, fiscales y penales. Los mismos profesionales del derecho pueden tener percepciones diferentes sobre la corrupción en nuestro País, y estas divergencias dificultan la batalla contra esa horrorosa plaga. Sin embargo, el artículo 250 adicionado a la Ley 1474 de 2011 artículo 16 del código penal colombiano define la corrupción privada en los siguientes términos: “El que directamente o por interpuesta persona prometa, ofrezca o conceda a directivos, administradores, empleados o asesores de una sociedad, asociación o fundación una dádiva.”

En Colombia, el pago por recibir un servicio o por agilizar trámites recibe el nombre de coima, mordida o soborno; pero, esos nombres son sustituidos por el de propina para anestesiar su significación negativa, pese a que, se sobreentienda que se trata del pago de un soborno. Dicho de otra manera: tanto las mordidas grandes, como las pequeñas, son corrupción.

Aquí anoto este interrogante: ¿Quién es más corrupto, aquel que paga por corromper, o aquel que se deja sobornar?

Otro tipo de fermentación en las entidades oficiales es el nepotismo: aquella que representa el abuso de poder de los funcionarios para favorecer a sus familiares. Cuando expresamente se favorece a los amigos y grupos o personas cercanas sin tener en cuenta los méritos, se llama amiguismo, violando así el derecho a la igualdad de oportunidades.

El poderío de la corrupción política, compromete a altos funcionarios del Gobierno Nacional, Departamental o Municipal, y se ajusta generalmente, a los grandes contratos de suministro o de obra pública, que implica sobornos muy robustos. Finalmente, aparece la perversión burocrática, que condiciona la estadía en un cargo, al activismo político a favor de un partido político o un candidato, denominada corrupción burocrática, porque beneficia a los funcionarios de mediano nivel de la administración pública, con actitud servil frente al que tiene el poder. 

Si continúa en Colombia el intercambio de favores politiqueros, y las alianzas engañosas entre las diferentes organizaciones políticas, muy trabajoso derrotar esta epidemia: corrupción.   

Lo notorio de esta situación es que, en nuestro país es borrosa la diferencia entre bienes públicos y bienes privados, y política y politiquería.

Se puede deducir que, lo que tenemos es un problema gravísimo, que no se resuelve con medidas administrativas o legales, sino con educación y cultura política.

Si alguno de ustedes considera que, del número de candidatos que se presentarán para las elecciones legislativas de 2026 (Cámara de Representantes y Senado de la República), existen personas llenas de principios y valores, con excelsas calidades humanas, con sobresalientes conocimientos de la función pública y comprometidas con el cambio estructural de la politiquería tradicional, y si cumplen siquiera con uno de estos requisitos, apoyen su trabajo electoral, y exíjanles crear estrategias efectivas para eliminar ese monstruo llamado corrupción, que tanto azote le ha dado a nuestro País.


SONAJAS POLÍTICAS

SE FORTALECE EL DIVORCIO POLÍTICO ENTRE MANUELA Y JUANA CAROLINA


Actuando con criterio y demostrando carácter, la concejala Manuela Rodríguez Castaño del Partido Conservador, recalcó sobre su divorció político con la representante a la Cámara Juana Carolina Londoño Jaramillo.
El distanciamiento entre estas dos damas de la casa azul, comenzó a finales del año 2024, cuando la concejala Manuela, no aprobó uno de los proyectos de acuerdo, que presentó el alcalde de Manizales Jorge Eduardo Rojas. Renglón seguido, la elección de Manuela Rodríguez en la segunda vicepresidencia del Concejo. Y “la gota que rebosó la copa” para que se rompiera este idilio político entre la concejala Manuela Rodríguez y Juana Carolina Londoño, fue el apoyo total que Manuela, le brindó a Andrés Mauricio Osorio Molina concejal del Partido Gente en Movimiento a la presidencia de la Comisión de presupuesto para el periodo 2025.

Todo parece indicar que, la concejala Rodríguez, con su vestido azul bien puesto, tomará otra ruta, y Juana Carolina, se queda sin concejal en Manizales. Anotando que, Manuela Rodríguez, obtuvo la votación más alta en los comicios de 2023 para Concejo de Manizales, sumó 3.863 votos. Seguramente, un alto número de los votos que sumó Manuela, se le extraviarán a Juana Carolina en las elecciones de 2026. Con esta ruptura, ¿quedará Juana con los pelos de punta? 

En los corrillos políticos se rumora que, Manuela, apoyará a Félix Alejandro Chica Correa.

La única verdad es que, Manuela Rodríguez Castaño, mostró que, es una mujer con carácter, y que, desde su curul en el Concejo, seguirá representando los intereses de la comunidad, y no, los intereses de un Partido.


BUSCANDO RENGLÓN EN LA LISTA PARA LA CÁMARA


El ex – concejal de Manizales, ingeniero Herman Loaiza Martínez, busca renglón en la lista que conformará el Partido Liberal Colombiano con vistas a las votaciones legislativas del año 2026.
Ayer sábado, en el centro de nuestra ciudad, en un salón de eventos, y con la asistencia de 75 simpatizantes del Partido Liberal, línea del diputado Jorge Hernán Aguirre González, se anunció la posible candidatura de Herman Loaiza, a la Cámara de Representantes.

En esta actividad política, estuvo presente el representante a la Cámara por el departamento del Valle, Leonardo de Jesús Gallego Arroyave, quien aspira al Senado de la República. Además, estuvieron sentados al lado de Leonardo Gallego, el asambleísta Jorge Hernán Aguirre y Herman Loaiza.

Con este maridaje político, se ratifica que, el diputado Aguirre, se aleja del congresista José Octavio Cardona León, y que, Herman Loaiza, vuelve y juega en la tolda roja.

Anotar que, Jorge Hernán Aguirre, en las elecciones de 2023 para la Asamblea de Caldas, sacó 14.273 votos. ¿Qué pensará Octavio Cardona? Posiblemente, este distanciamiento, desvelará a Octavio.

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En la próxima columna Roce de Opiniones… ¡Espérenla!



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